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La nueva era de las deportaciones en Estados UnidosMás redadas, más agentes y menos límitesBy Estefanía Muriel for Ruta Pantera on 11/8/2025 3:29:32 PM |
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| El gobierno de Donald Trump ha puesto en marcha lo que denomina “el programa de deportación más grande de la historia”. Bajo el lema de restaurar el orden fronterizo, la ofensiva ha transformado la política migratoria de Estados Unidos en un esfuerzo de “todo el gobierno”, con recursos, métodos y una escala nunca antes vista. Según datos recientes, el promedio mensual de arrestos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) es hoy tres veces mayor que el registrado durante la administración Biden. Lo que antes eran operaciones selectivas se ha convertido en redadas masivas que apuntan a cualquier persona que haya ingresado ilegalmente, sin importar antecedentes penales. En palabras de Trump, “todo el que esté aquí sin autorización es un objetivo”. Operativos de otra época Las imágenes que se multiplican en redes sociales muestran la nueva cara de ICE: agentes enmascarados, vehículos sin distintivos y uniformes civiles. Según una investigación de BBC Verify, el 80 % de los videos analizados muestran a oficiales ocultando su identidad, incluso durante arrestos en espacios públicos. El objetivo, según defensores de derechos humanos, es evitar identificación y escrutinio. En paralelo, se han documentado incursiones en lugares considerados “protegidos”, como hospitales, escuelas y tribunales. En Nueva York, el 26 Federal Plaza, sede del tribunal de inmigración, se ha convertido en un punto de vigilancia constante. Reportes de Human Rights Watch señalan que en Los Ángeles agentes federales patrullan clínicas comunitarias, una práctica antes prohibida por protocolos internos. Y en algunas redadas se ha confirmado el uso de gases lacrimógenos y gas pimienta. Aunque ICE los califica como “medidas de control”, organizaciones médicas advierten que estos compuestos afectan indiscriminadamente a niños, ancianos y transeúntes. Un aparato en expansión El Congreso estadounidense ha aprobado un paquete de 75 000 millones de dólares para fortalecer a ICE durante los próximos cuatro años. Esto convertirá a la agencia en la entidad de seguridad interna con mayor presupuesto del país, por encima del FBI o la DEA. | ||||
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Parte de esos fondos se destina al reclutamiento masivo de nuevos agentes y a la cooperación con policías locales. Además, la Casa Blanca lanzó una campaña para incorporar a fuerzas estatales y municipales en la red de deportaciones, ampliando su alcance hasta comunidades pequeñas donde antes no operaba (AP News). El resultado es un aparato que combina vigilancia tecnológica, presencia militarizada y apoyo político. En estados como Texas, uno de cada cuatro arrestos recientes de ICE ha ocurrido dentro del marco de esta campaña (The Texas Tribune). Entre el miedo y la resistencia En barrios latinos de Houston, Los Ángeles o Chicago, el clima recuerda a los días más duros de las redadas de los años noventa. Familias enteras evitan acudir a hospitales o tribunales por temor a ser detenidas. Escuelas reportan ausentismo y las iglesias vuelven a funcionar como refugios improvisados. Las comunidades migrantes denuncian que la campaña prioriza el espectáculo sobre la justicia. Se han documentado arrestos realizados por agentes vestidos de civil que se identifican solo después de la detención, generando lo que algunos abogados describen como “secuestros con respaldo legal”. Mientras tanto, las deportaciones masivas agravan tensiones diplomáticas en América Latina. Gobiernos de México, Guatemala y El Salvador han expresado preocupación por el impacto social y económico del retorno forzado de miles de ciudadanos en pocos meses. La política detrás del operativo Más allá del argumento de seguridad, la campaña tiene un claro trasfondo político. En plena temporada electoral, Trump busca consolidar su base MAGA presentándose como el presidente que “recuperó el control de las fronteras”. La retórica de mano dura funciona también como cortina ante los múltiples procesos judiciales que enfrenta. El problema es que, en ese intento de demostrar autoridad, se normaliza una cultura de persecución que disuelve la frontera entre legalidad y abuso. Lo que comenzó como un programa de control migratorio se está transformando en una maquinaria de intimidación. La historia de Estados Unidos con la inmigración ha oscilado siempre entre la apertura y el miedo. Hoy, bajo la nueva era de deportaciones, el péndulo se inclina con fuerza hacia la segunda. Y mientras el gobierno exhibe cifras de arrestos como trofeos, millones de familias viven con la misma pregunta: ¿qué parte de la promesa americana queda cuando la esperanza se convierte en delito? | |||
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