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La Hispanidad 1492 PalabrasUn Relato que BorraBy Jazmin Agudelo for Ruta Pantera on 10/21/2025 10:22:51 AM |
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| El 12 de octubre de 1492 marca el inicio de lo que muchos llaman "el encuentro de dos mundos". Para mí, y para tantas otras mujeres migrantes, no fue un encuentro, sino una colisión. La llegada de Colón desató siglos de colonización, despojo y violencia que reconfiguraron América Latina, dejando cicatrices que aún palpitan en nuestras comunidades. La "Hispanidad", promovida como una celebración de la herencia española, a menudo ignora estas heridas. Es un relato que exalta la lengua, la religión y la cultura del colonizador, mientras silencia las voces de los pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos que resistieron y sobrevivieron. Como migrante, he caminado por ciudades donde el término "hispano" me etiqueta, como si mi identidad pudiera reducirse a un idioma o una bandera. En mi experiencia, ser "hispana" es un término que no abarca la complejidad de mi herencia: las canciones en aymara que mi abuela cantaba, los mercados donde el trueque aún vive, o las luchas de mis antepasados contra la explotación. La Hispanidad, en su intento de unificar, devora estas diferencias, imponiendo una narrativa que privilegia lo europeo sobre lo indígena, lo blanco sobre lo moreno, lo masculino sobre lo femenino. En las diásporas, donde mujeres como yo reconstruimos nuestras vidas, esta homogeneización se siente como una segunda colonización, una que borra nuestras lenguas maternas y nuestras cosmovisiones. Un Viaje de Resistencia y Reinvención Migrar es un acto de valentía, pero también de ruptura. Dejé mi hogar buscando seguridad, oportunidades, un futuro para mis hijos. En el camino, enfrenté barreras lingüísticas, discriminación y la constante presión de encajar en una sociedad que a menudo ve a los migrantes como "otros". En este contexto, la Hispanidad no me representa; en cambio, me recuerda el peso de una historia que intentó borrar a mis ancestros. Pero también me ha enseñado a valorar la pluralidad que llevamos dentro: las mujeres migrantes no somos un monolito. Somos quechuas, mapuches, guaraníes, afrocaribeñas, mestizas, cada una con una historia única que desafía la uniformidad. En las comunidades diaspóricas, he encontrado fuerza en esta heterogeneidad. En un taller cultural en mi ciudad adoptiva, conocí a una mujer boliviana que teje textiles aimaras con patrones que cuentan historias de resistencia. Encontré a una colombiana que organiza tertulias en su apartamento, donde se habla en español, pero también en lenguas wayuu. Estas mujeres no se identifican con la Hispanidad; celebran sus raíces diversas, sus lenguas múltiples, sus maneras de ver el mundo. Juntas, creamos espacios donde nuestras identidades no son devoradas, sino celebradas. Una Alternativa a la Unidad Forzada La Hispanidad propone una unidad que, en su afán de cohesión, ignora la riqueza de nuestras diferencias. Como migrante, he aprendido que la verdadera fuerza de nuestras comunidades radica en la heterogeneidad. En América Latina, más de 600 lenguas indígenas coexisten con el español, cada una portando una cosmovisión única. En la diáspora, estas lenguas y culturas no desaparecen; se transforman. En mi comunidad, organizamos festivales donde se mezclan danzas andinas, ritmos afrodescendientes y poesía bilingüe. Estos espacios no buscan una "unidad" que aplaste nuestras diferencias, sino una convivencia que las honre. Esta pluralidad es también un acto de resistencia. La colonización intentó borrar nuestras lenguas y culturas, pero las mujeres migrantes las mantenemos vivas. En mi hogar, enseño a mis hijos palabras en quechua junto al español, no porque rechace el idioma del colonizador, sino porque quiero que abracen la totalidad de su herencia. Este acto, pequeño pero poderoso, desafía la narrativa de la Hispanidad, que a menudo reduce la identidad latinoamericana a una sola lengua y una sola historia. | ||||
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Las Mujeres Migrantes Como mujeres migrantes, cargamos con el peso de la historia, pero también con la esperanza de redefinirla. Somos las guardianas de nuestras tradiciones, las tejedoras de nuevas narrativas. En la diáspora, enfrentamos desafíos únicos: el racismo, la xenofobia, la doble carga de trabajo doméstico y profesional. Pero también somos las que construimos puentes. En mi experiencia, he visto cómo las mujeres lideran iniciativas comunitarias: desde cocinas colectivas que sirven comida andina hasta talleres de artesanía que preservan técnicas ancestrales. Un ejemplo poderoso es el movimiento de mujeres indígenas migrantes en Estados Unidos, que han formado colectivos como el Movimiento por la Justicia del Barrio, en Nueva York, para defender sus derechos y visibilizar sus culturas. Estas mujeres no celebran la Hispanidad; en cambio, abogan por el reconocimiento de sus identidades múltiples, desde sus lenguas hasta sus prácticas espirituales. Su trabajo me inspira a rechazar la idea de una identidad "hispana" homogénea y a abrazar la riqueza de nuestras diferencias. Desafíos de la Hispanidad en la Diáspora En la diáspora, el concepto de Hispanidad a menudo se usa para agruparnos bajo una sola etiqueta, especialmente en países como Estados Unidos, donde "hispano" o "latino" son términos omnipresentes. Pero esta categorización puede ser limitante. En mi experiencia, ser etiquetada como "hispana" ignora mi herencia indígena, mi conexión con la tierra, mi lengua materna. En un estudio de 2023, el Pew Research Center encontró que el 47% de los latinoamericanos en Estados Unidos prefieren identificarse con su país de origen o etnia específica, en lugar de términos genéricos como "hispano". Esto refleja un rechazo a la homogeneización y un deseo de preservar la diversidad cultural. Además, la Hispanidad a veces refuerza jerarquías. En mi comunidad, he visto cómo las narrativas que celebran la herencia española marginan a las personas afrodescendientes o indígenas, perpetuando desigualdades coloniales. Como mujer migrante, me niego a aceptar una identidad que privilegie una parte de mi historia sobre otra. Quiero que mis hijos crezcan sabiendo que su identidad es un mosaico, no una línea recta trazada desde España. | |||
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