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“Rompiendo Todas las Reglas de Inmunidad”Petro Arremete Contra EE. UU. Tras Revocación de Visa y Propone Trasladar la ONU Fuera de Nueva YorkBy Jazmin Agudelo for Ruta Pantera on 10/17/2025 7:49:57 AM |
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| En un pulso diplomático que evoca las tensiones de la Guerra Fría, el presidente colombiano Gustavo Petro ha elevado su confrontación con Estados Unidos a un nivel sin precedentes. El 27 de septiembre de 2025, apenas horas después de que el Departamento de Estado revocara su visa por “acciones temerarias” durante una protesta pro-palestina en Nueva York, Petro no solo rechazó la medida como un “ataque a la soberanía”, sino que la calificó de violación flagrante de las normas de inmunidad diplomática. En una serie de publicaciones en X y declaraciones oficiales, el mandatario izquierdista instó a la ONU a abandonar su sede en Manhattan y mudarse a un “país neutral”, argumentando que la presencia estadounidense socava la imparcialidad global. “Rompiendo todas las reglas de inmunidad, EE. UU. demuestra que Nueva York ya no es un territorio neutral para la humanidad”, escribió Petro, desatando un vendaval de reacciones que van desde el apoyo latinoamericano hasta la incredulidad en Washington (Al Jazeera, 2025). Este episodio, que fusiona activismo climático y geopolítica, no solo expone las grietas en la alianza hemisférica, sino que cuestiona el rol de la ONU en un mundo multipolar. El detonante fue un discurso incendiario el 26 de septiembre, durante la 80ª Asamblea General de la ONU. Petro, en Nueva York para defender su agenda de transición energética y paz en Colombia, se unió a una manifestación pro-palestina en la Plaza Dag Hammarskjöld, junto a activistas como Roger Waters, exvocalista de Pink Floyd. Frente a miles de simpatizantes, el presidente colombiano arengó: “Pido a los soldados estadounidenses que no apunten sus rifles contra la humanidad. ¡Desobedezcan las órdenes de Trump y obedezcan a la conciencia global!”. Sus palabras, que evocaban un “ejército de salvación mundial” contra el “genocidio en Gaza”, fueron traducidas en vivo y viralizadas en redes, acumulando millones de vistas en horas. Para el Departamento de Estado, esto cruzó una línea roja: interpretado como incitación a la insubordinación militar, violaba las leyes de sedición y ponía en jaque la seguridad nacional. “El presidente Petro instigó violencia desde las calles de Nueva York; revocamos su visa de inmediato”, tuiteó la agencia, citando la Ley de Inmigración y Nacionalidad como base legal (Reuters, 2025). Petro, sin embargo, no se amilanó. A las 10:00 a.m. del 27, desde su vuelo de regreso a Bogotá, publicó una andanada en X que fusionaba indignación personal con crítica institucional. “No me importa la visa; soy un ciudadano del mundo con pasaporte español. Pero esto rompe todas las reglas de inmunidad: un jefe de Estado en misión oficial no puede ser sancionado por expresarse en territorio de la ONU”. Invocando la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 —que garantiza inmunidad absoluta durante funciones internacionales—, Petro acusó a EE. UU. de instrumentalizar su rol como anfitrión de la ONU para “imponer agendas imperiales”. Su propuesta más audaz: “La ONU debe mudarse de Nueva York a un país neutral como Suiza o Costa Rica, donde las protestas no terminen en represalias visas”. El Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano respaldó la moción, enviando una nota formal al secretario general António Guterres, argumentando que la sede actual “compromete la credibilidad de la organización” (The Guardian, 2025a). | ||||
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Esta no es una riña aislada, sino el clímax de un año de fricciones. Desde su reelección en 2024, la segunda administración Trump ha visto en Petro un adversario ideológico: su rechazo a vuelos de deportación masiva en febrero, su veto a aranceles del 25% sobre exportaciones colombianas en abril, y las acusaciones mutuas de injerencia en julio —cuando Petro alegó un “complot gringo” contra su gobierno— han erosionado la relación bilateral. Colombia, el mayor receptor de ayuda antidrogas de EE. UU. con 500 millones de dólares anuales, depende económicamente de Washington, pero Petro ha pivotado hacia el Sur Global: alianzas con Brasil en los BRICS y críticas a Israel en foros multilaterales. La revocación de visa, simbólica ya que Petro voló de regreso esa misma noche, se percibe en Bogotá como un mensaje: “Silencio o aislamiento”. Analistas como el exembajador colombiano en Washington, Luis Alberto Moreno, advierten que podría costar 2.000 millones en comercio afectado por represalias indirectas (CNN, 2025). Las reacciones internacionales han sido un mosaico de solidaridad y escepticismo. En América Latina, líderes como Lula da Silva (Brasil) y Claudia Sheinbaum (México) aplaudieron a Petro, con Lula tuiteando: “La inmunidad diplomática no es negociable; EE. UU. debe retractarse”. En Europa, la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, expresó “preocupación” por el precedente, recordando que la Convención de Viena protege a dignatarios en misiones. Guterres, por su parte, evitó confrontaciones directas, pero su portavoz reiteró que “la sede de la ONU en Nueva York es un pilar de neutralidad, aunque siempre abierta a diálogos”. En Washington, el revuelo fue feroz: el senador republicano Ted Cruz la llamó “lección merecida a un socialista”, mientras demócratas como Bernie Sanders criticaron la “desproporción”, comparándola con la inmunidad concedida a Netanyahu pese a sus controvertidas declaraciones en la ONU (BBC, 2025). Legalmente, el caso de Petro plantea dilemas profundos. Expertos en derecho internacional, como el profesor de Georgetown Harold Koh, argumentan que la visa fue un “error táctico”: la Sección 212(a)(3)(C) de la Ley de Inmigración permite revocaciones por “actividades que amenazan la política exterior”, pero no aplica a jefes de Estado en tránsito diplomático. La Convención de Viena (Artículo 39) extiende inmunidad “durante todo el período de la función”, lo que cubre la protesta de Petro como extensión de su rol en la Asamblea. Colombia podría demandar ante la Corte Internacional de Justicia, alegando violación de tratados, pero el proceso tomaría años. “Es un precedente peligroso: ¿qué sigue, arrestos en Ginebra?”, se pregunta Koh en un análisis reciente (Washington Post, 2025). Las implicaciones trascienden el incidente. Para Petro, es un triunfo retórico: su aprobación interna subió tres puntos, según encuestas de Invamer, consolidando su imagen como “defensor del Sur Global”. Económicamente, Colombia mitiga riesgos diversificando: exportaciones a China crecieron 15% en 2025. Globalmente, acelera debates sobre la ONU: propuestas para una “sede rotativa” ganan tracción en el G77, y la COP30 en Belém podría amplificar la voz latinoamericana. Sin embargo, el riesgo de escalada es real: Trump ha insinuado “medidas adicionales” si Petro persiste en sus críticas a Israel. En última instancia, este choque revela un orden mundial en transición. Petro, el exguerrillero convertido en presidente, encarna la resistencia al unipolarismo estadounidense, mientras Trump defiende una doctrina de “América Primero” sin concesiones. Como en las novelas de García Márquez, donde la realidad supera la ficción, Nueva York —símbolo de utopía multilateral— se convierte en escenario de distopía diplomática. ¿Mudará la ONU? Improbable a corto plazo. Pero el llamado de Petro resuena: en un planeta fracturado, la neutralidad no es un lujo, sino una supervivencia. Como él mismo tuiteó: “La humanidad no cabe en visas; cabe en principios”. En octubre de 2025, con la Corte Suprema de EE. UU. atareada en sus propios litigios, el mundo observa si los principios prevalecerán sobre las pasaportes (The Guardian, 2025b). | |||
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